domingo, 20 de diciembre de 2009

Malabareando con mis sentimientos



Toda mi vida me encantó cargarme de responsabilidades (muchas de ellas absurdas), mi gran steriotipo a seguir era Juana de Arco: una mujer valiente, audaz, vigorosa, llena de fe.
Hoy puedo afirmar que miro para atrás y me encuentro con todo lo contrario: una mujer sensible que se guardaba para sí misma muchos de sus sentimientos y, por cierto, cuando los largaba, no había consuelo alguno.

Las situaciones que uno vive, sean buenas o malas, aparecen por "algo" en algun momento y lugar determinado, y hay que sacarle provecho: crecer, aprender.

En mi grupo de la secundaria, recuerdo, muchisimos de mis compañeros vivieron tragedias, lo digo literalmente. Por esa misma razón, por cada "problema" que me pasaba lo minimizaba, trataba de compararme para no ponerme mal y rezaba para que jamás me sucediera algo similar. Igualmente
sostengo que, gracias a Dios, jamás me sucedió algo tan morboso ni tan triste como a esta gente.
En ese momento pensaba por dentro: "si a Fulano/Mengano/Sultano le sucedió tal cosa, a mi me pasa este pequeño problema... no debo estar mal". Y así me pasé la vida, siendo ciega-sorda-muda de mis sentimientos, negándolos, aguantándolos, tratando de olvidarlos.

Un día, para ser más específica hace exactamente un año, me sucedió algo inesperado. A un familiar muy cercano le diagnosticaban cáncer y al mes falleció. Y ahí estuve, un mes a sol y sombra con mi pariente, nuevamente Juana reinaba en mi. En ese mes no lloré, dormí muy poco, me pasaba dándole palabras de aliento a demás familiares y mi vida giraba en torno a mi conciencia: estar acompañando a mi abuela, de lo cual no me arrepiento en lo más mínimo.
Fue un mes duro y sumamente triste, las "fiestas" de fin de año lo que menos tenían era fiesta, no había brindis, no había un espíritu feliz por más de que tratáramos de vender una gran farsa para que ella se sintiese mejor.

Al mes se fue, vaya a saber uno a dónde, yo quiero creer que a un lugar feliz dónde alguna vez la volveré a ver. Lo único que tengo de parecido a Juanita es que soy una mujer llena de fe y esperanza.
En ese momento, Arco se compro un pasaje para no volver nunca más, logré ahogarme en mi propio mar de lágrimas. No había palabra ni gesto que me sacará del lugar dónde me había ubicado, estaba encontrándome por primera vez con la mezcla de sentimientos que tenía acumulados dentro mio.

Logré aprender que a los problemas, por más mínimos que sean, hay que afrontarlos, no temer a sufrir, no guardarse nada. Entendí lo que es sacarle provecho a las situaciones poco felices, no lo digo como víctima sino, todo lo contrario, lo digo en el sentido de aprendiz, creo que todos los días se aprende algo nuevo en esta vida. Y, sobre todo, acepté de una buena vez por todas que tengo un cofre lleno de sentimientos, que me mantienen viva y me hacen ser quien soy.

Aquí estoy, aquí me ven, malabareando con mis sentimientos. Quizás yo diga que supere la pérdida de quién me crío (se puede decir que mis primeros recuerdos son con mis abuelos) pero, a veces, creo que estoy sumamente equivocada. Me enfrento a dos realidades, la de mis ojos y la de mi alma.
La extraño, la necesito, siento su ausencia, extraño su aroma, converso con un silencio que me aturde; pero a la vez, pienso que no tenía por qué sufrir más, trato de dejar de lado mi tonto egoísmo de querer todo conmigo y para mi, y en lo más profundo de mi alma siento que me acompaña, desde donde esté, que me cuida y no me deja ni un segundo sola. Y, por suerte, tengo amigos de lujo que me acompañaron en ese momento, donde por fin me asinceraba conmigo misma.

Hacía mucho que no hablaba acerca de este tema, lo cierto es que lo escribí desde mi corazón y quise compartirlo en el blog. No se por qué ni para qué, pero puedo decir que me siento mejor descargando.

Arrivederci!

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