sábado, 6 de febrero de 2010

Crónicas del primer día en el gym


Volver al gym después de tanto tiempo es un calvario, un esfuerzo terrible. El hecho de saber que vas a dedicar una hora, como mínimo, a ese lugar durante la primera semana es sinónimo de stress. No exagero, pero la primer semana la readaptación es insoportable.
Después te acostumbras y, es más, le tomas el gusto como a toda rutina.

El día que te dignas a ir, vas decidida, canchera con tu equipo deportivo, tu modesta pancita y tus cachas flojas, quizás con varias expectativas pero vas con todas las pilas. Todo al pedo, ya lo veremos.
Entras al infierno y tanteas el panorama, ves el "ganado" y siempre fichas algún "pobre diablo". Es estúpido, pero lo haces.

Luego ves a las señoras que crees que podrían ser los personajes principales de Jurasik Park pero terminas boquiabierta al ver que las que llamabas dinosaurios tienen mejor estado físico que vos y toda tu manada de amigas huecas.

Una vez examinado de rincón a rincón el gym, te subís a la cinta. Recordas lo bien que corrías a altas velocidades tiempo atrás, sin agitarte, pero hoy la realidad es otra. Como mucho llegas a caminar a velocidad 6.5 y, encima, te agitas.

No te das por vencida, seguís caminando en ese aparato que no te lleva a ningún lado y miras el panorama para no aburrirte. Sos turra, lo sabes. Te reís cuando las diosas de cuerpos esculturales se equivocan un pasito en las clases de aeróbica, tratas de no tentarte porque sino se te va el aliento. Sos consciente que si estarías en su lugar no le pegarías a ningún pasito pero el alma de yegua puede más.

El tiempo ha terminado, hora de bajarse de la cinta. Estás tan transpirada que tranquilamente te pueden confundir con una piquetera amiga de D'Elía y, no sólo eso, también estás mareada. Zonza, te habías olvidado de esa sensación de estar en un barco cuando te bajas. Estas tonta, torpe, sentís que en cualquier momento te caes pero te seguís haciendo la canchera.

Te tomaste dos litros de agua, fácil. Y seguís sacando más y más del bidón.

Volvés a tu casa, mientras te quejas del dolor que rodea tu cuerpo, sobre todo tus piernas. No elongaste bien, naba. No corriste, caminaste a paso tortuga, pero estas feliz porque pagaste el gym y prometiste volver.
Fuiste a lo diva, arregladita pero volvés un desastre. El recolector de la basura te puede confundir con la mismisima mugre, ojo!.
Yo voy a hacer valer el mes, vamos a ver cuanto me dura.

Arrivederci!

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